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En el día de hoy os traemos una nueva publicación en nuestro blog de viajes. En esta ocasión, os describimos la visita a la enigmática y mítica Troya, situada en el región del mar Mármara y cercana a los conocidos Dardanelos.

Durante una de nuestras rutas en autocaravana por Turquía, visitamos el extraordinario yacimiento arqueológico y el sensacional y moderno de la mítica y antigua ciudad de Troya. Donde se vivió la histórica batalla mencionada por el escritor griego Homero, y descrita en uno de sus relatos más extraordinarios, la Guerra de Troya de su obra La Ilíada.

La epopeya descrita por Homero en la conocida La Ilíada, describe los motivos por los cuales sucedió la Guerra de Troya. El príncipe de Troya, Paris, hijo del rey Príamo, se enamoró de Helena de Grecia, según decían era la mujer más bella del Mundo y esposa del rey de Esparta, Menelao. Así pues, Menelao crispado y dolido por esta traición amorosa, visitó a su hermano y rey de Micenas, el poderoso Agamenón. El rey de Micenas convocó a los demás reyes de Grecia para atacar la antigua ciudad de Troya. Entre estos reyes podemos contar al mítico rey Ulises de Íthaca que fue quien convenció al héroe griego Aquiles y sus Mirmidones a que se sumaran a las fuerzas griegas que atacarían Troya. Agamenón fue nombrado comandante de los ejércitos de Grecia y partieron desde el país heleno para cruzar el mar Egeo y atacar Troya, más de 1.000 naves.

Tras llegar a la playa de Troya, Aquiles y los Mirmidones tomaron la playa y el Templo del dios Apolo que aquí se ubicaba. Todo el ejército griego montó un campamento en la playa para prepararse para la Guerra de Troya.
Al comienzo del asedio de la antigua Troya por el inmenso ejército comandado por el rey Agamenón y tras una lucha de su hermano Menelao con el príncipe troyano París, Menelao cae y mure por la espada del mejor guerrero troyano y príncipe heredero Héctor, que no permitió que el rey de Esparta, Menelao acabara con la vida de su hermano París. Con este hecho Agamenón ordenó el ataque sobre la ciudad de Troya y las tropas troyanas.

Las inexpugnables murallas de la antigua Troya y el ejército troyano resistieron el ataque del ejército griego y así los griegos fueron obligados a retirarse a su campamento de la playa. En esta primera batalla de la mítica Guerra de Troya, el rey espartano Menelao cayó muerto al igual que cientos de soldados del inmenso ejército griego. En esta primera batalla, el héroe griego Aquiles y sus fieros soldados, los Mirmidones, no participaron en el combate, dada la mala relación del héroe con el rey de Micenas, Agamenón.

Después de esta victoria, los troyanos tomaron la ofensiva y atacaron por sorpresa el campamento griego ubicado en la playa de Troya, causando más bajas en el ya mermado ejército heleno. Uno de los soldados griegos que murió con este ataque, fue el joven primo del héroe Aquiles, Patroclo.
Este hecho desencadenó la furia de Aquiles frente a Troya y más concretamente frente al príncipe troyano Héctor.

Antes de este suceso, Aquiles con sus Mirmidones, estaba dispuesto a abandonar la Guerra de Troya debido a su mala relación con el comandante de los ejércitos griegos, el rey Agamenón.
Pero la muerte de Patroclo hizo cambiar los planes de Aquiles de abandonar el ejército griego. El príncipe troyano, Héctor fue quien mató a Patroclo y el héroe Aquiles juró venganza.
Después de la muerte de Patroclo, Aquiles fue sólo a buscar a Héctor a Troya, y retó en combate al príncipe troyano, responsable de la muerte del primo del héroe griego.

Aquiles venció y mató a Héctor frente a las murallas de Troya. En lo alto de las murallas, estaban observando la contienda el padre de Héctor y rey de Troya, Príamo y Paris, el hermano de Héctor, entre otros mandatarios de la ciudad troyana.
Tan pronto Aquiles venció y dio muerte a Héctor, arrastró su cadáver con su carro de caballos frente a las inexpugnables murallas de Troya y lo llevó, arrastrando su cadáver hasta su campamento en la playa de Troya.

La victoria de Aquiles sobre Héctor, príncipe heredero de Troya y el mejor guerrero troyano, devolvió algunos ánimos a los atacantes griegos, bajos de moral tras los dos victorias troyanas frente a ellos.
Con un valeroso acto, el rey de Troya, Príamo, visitó a Aquiles para solicitarle que le devolviera el cadáver de su hijo Héctor, muerto a manos de Aquiles, para brindar un homenaje y funeral a su hijo y heredero Héctor.

El héroe griego devolvió el cadáver a su padre y le prometió doce días de luto por la muerte del príncipe de Troya, un alto en la Guerra de Troya de doce días.
Tras la celebración del funeral de Héctor y con la calma instaurada por el luto por la muerte del príncipe troyano, un explorador de Troya salió a investigar al ejército griego y visitó la playa de Troya donde estaba el asentamiento de los helenos. Sorprendido con lo que vio en la playa, regresó rápidamente a la ciudad de Troya para comunicar su inesperado hallazgo.

El numeroso ejército griego había desaparecido, solo quedaban los restos del campamento y un enorme caballo de madera, hecho con restos de algunos de los barcos griegos.
Los troyanos dieron por hecho que sus atacantes griegos habían abandonado su empresa en la Guerra de Troya y se habían dispuesto a regresar a Grecia y que habían hecho el gran caballo de madera como ofrenda al dios del mar Poseidón, para que les brindara un buen regreso a casa, a territorio heleno, al atravesar el mar Egeo.

Los troyanos cogieron la ofrenda de los griegos y trasladaron el enorme caballo de madera al interior de la ciudad de Troya, como símbolo de su victoria y para no ofender a los dioses.
Este hecho, marca el fin, la caída de la ciudad de Troya, ya que todo había sido una inteligente estratagema por parte de los griegos.
La flota griega no regresó a territorio heleno, se escondieron con sus naves en una bahía cercana y en el inmenso caballo, el famoso Caballo de Troya, se escondieron unos cuantos hombres en su interior, un comando.

Esa misma noche, la fiesta y el vino inundaron las calles y lugares de toda la ciudad, festejando su victoria en la Guerra de Troya frente al inmenso ejército griego. Así que, en la madrugada, cuando los ciudadanos y soldados troyanos dormían confiados de su gran victoria frente al ejército del rey Agamenón, el comando griego salió de su escondite dentro del Caballo de Troya y abrieron las puertas de las inexpugnables murallas de la ciudad de Troya y dejaron entrar a todo el ejército griego al interior de la urbe troyana.
De esta ingeniosa forma, el ejército griego destruyó, quemó y venció en esta mítica batalla, ganando la Guerra de Troya, esto supuso la caída de la ciudad troyana en manos del ejército heleno.
El rey de Micenas, Agamenón, emitió las míticas palabras “que arda Troya”.

Aún queda un hecho sumamente destacado por describir. En este ataque y derrota de Troya, el héroe Aquiles fue alcanzado por una flecha que se clavó en el talón de su pié, su único punto débil y esto hizo que el mítico héroe griego cayera muerto, por su talón de Aquiles.

Esta Guerra de Troya, convirtió al héroe Aquiles en inmortal, como él siempre quiso, ya que su nombre, del valeroso Aquiles, perdurará por siempre.
Después de esta descripción sobre la mítica Guerra de Troya os detallamos la visita a este histórico enclave de la zona del mar Mármara en Turquía.

Troya, Truva en turco, está situada en la zona del mar Mármara, en los Dardanelos, en Turquía y muy cerca de la población de Canakkale, esta ciudad es famosa por la sangrienta batalla de Galípoli de la Primera Guerra Mundial.
En la zona donde se ubican las ruinas de la mítica ciudad de Troya, ya fue habitada en la Edad de Bronce, a finales del IV milenio a C. Las ciudades amuralladas llamadas Troya I hasta Troya V, entre los años 3.000 al 1.700 a. C., tenían culturas similares a las de aquella época pero la llamada Troya VI de los años 1.700 al 1.250 a. C. tuvo una clara influencia micénica, era el doble de grande que sus predecesoras y además tenía un próspero comercio con las colonias griegas de la región.

En la época de Troya VI, posiblemente, la ciudad cubría toda la meseta, lo que la convierte en una de las poblaciones más grandes de toda la región del Egeo. Un terremoto destruyó las murallas de la ciudad en el año 1.350 a. C. pero fueron reconstruidas.
Hay pruebas fehacientes de que hacia el año 1.250 a. C. hubo una masacre y grandes incendios generalizados en la llamada Troya VII, estos hechos hacen que la mayoría de historiadores fechen la famosa y mítica Guerra de Troya en esta época.

Lo que se sabe de la historia económica y política de esta región del Egeo de esos años, nos indica que la causa real de esta famosa Guerra de Troya, fue la enorme rivalidad comercial entre Troya y el reino de Micenas, la victoria para el vencedor le otorgaba el control de los Dardanelos y del comercio, muy lucrativo, con el mar Negro.
La ciudad de Troya fue abandonada a finales del segundo milenio a. C. aunque en el siglo VIII a. C. fue ocupada por colonos griegos de la isla de Lemnos, esta ocupación es denominada en el yacimiento arqueológico como Troya VIII.

Ya en el año 188 a. C. los romanos la identificaron con la Ilión de Homero y fue reconocida como ciudad madre de Roma (Ilium Novum) y la dejaron exenta del pago de impuestos.
Bajo el dominio romano, la ciudad prosperó y sobrevivió a un importante terremoto a principios del siglo VI. Fue abandonada de nuevo en el siglo IX y ocupada otra vez a finales de la época bizantina, hasta que en la época otomana fue abandonada definitivamente.

El yacimiento arqueológico de Troya, fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1998. La propia UNESCO describe las ruinas de Troya, como el ejemplo más importante del primer contacto entre civilizaciones de Anatolia y el Mediterráneo.

Hasta el siglo XIX, muchos historiadores dudaban de la existencia de la antigua Troya, creyendo que era una ciudad mitológica. Pero el empresario alemán Heinrich Schliemann, estaba convencido y podríamos decir que obsesionado con la existencia de la antigua ciudad de Troya.
En el año 1.870, el alemán recibió el permiso de las autoridades turcas para excavar en un monte cercano a la localidad de Hisarlik, que muchos arqueólogos identificaban como el posible emplazamiento de la mítica ciudad de Troya.

Schliemann no era un arqueólogo al uso, era más un cazatesoros, así que rápidamente destrozó el lugar, encontrando los restos de una ciudad en ruinas que inmediatamente identificó como la Troya homérica. Además, el alemán, encontró un gran tesoro de objetos de oro al que llamó Tesoro de Príamo.
Con su no metódica búsqueda y trabajo, el cazatesoros alemán, Heinrich Schliemann, no fue capaz de ver que los restos de Troya no eran de una sola ciudad, sino una serie de asentamientos construidos unos encima de otros a lo largo de 2.500 años de historia.

Los posteriores arqueólogos, más metódicos y profesionales que el alemán, lograron identificar nueve Troyas distintas, grandes partes dañadas debido al nefasto e impulsivo trabajo de Schliemann. Además, también descubrieron que el tesoro descubierto por el alemán, y mal llamado, Tesoro de Príamo, no era de la época de la Troya homérica, sino mucho anterior, de la llamada Troya II.

El infame Heinrich Schliemann, además, sacó ilegalmente de Turquía, parte del llamado por él mismo, Tesoro de Príamo. Gran parte de este tesoro usurpado, fue expuesto en Berlín de donde lo robaron las tropas soviéticas en su invasión a la capital alemana en la Segunda Guerra Mundial. Tras décadas negando el conocimiento de su paradero, finalmente el Tesoro de Príamo, se encontró escondido en el Museo Pushkin de Moscú, donde aún hoy en día continua.

Sin duda, evidentemente, el punto de interés de visita en este lugar es el yacimiento arqueológico, las ruinas de Troya.
En el yacimiento de esta antigua ciudad de Troya no veremos una ciudad exquisita y reconstruida como la sublime Éfeso. El viajero que visite Troya con esta idea, sin duda, se llevará una gran decepción, ya que las ruinas de Troya parece una enorme excavación arqueológica, donde es muy difícil imaginar como fue en su día la antigua Troya.

Al llegar al recinto arqueológico podemos ver e incluso acceder al interior de una representación del famoso Caballo de Troya, que según la histórica guerra, hizo que Agamenón, el rey de Micenas (Grecia), atravesara las inexpugnables murallas de la antigua ciudad de Troya y así vencer y conquistar la ciudad del rey troyano, Príamo.
Una vez visitada esta representación del Caballo de Troya, nos dirigimos hasta las ruinas del yacimiento arqueológico.

Al llegar a las ruinas, hay que subir la escalera de piedra que está a mano derecha y que nos lleva a lo alto de lo que fuera la muralla exterior de la llamada Troya VIII y Troya IX, desde aquí, podemos ver las fortificaciones de la Puerta de la muralla este y la Torre de la llamada Troya VI.
Después tenemos que bajar la escalera y continuar por la pasarela hacia la derecha, esta pasarela discurre entre gruesos muros de piedra y sube hasta una loma desde donde podemos ver partes de las murallas de ladrillo rojo de la llamada Troya II y Troya III.

A continuación seguimos por el sendero y pasamos por el Bastión noreste de la ciudad fortificada de Troya VI. También pasamos por el lugar donde se encontraba el Templo de Atenea de la llamada Troya IX grecoromana, y después, por las murallas de Troya II y de Troya III. Además, podemos ver los cimientos de piedra de un Megaron (edificio con pórtico) de la misma época.
Más allá del Megaron, más allá de los vestigios de la muralla de la Troya antigua, hay más restos de Megarones de la llamada Troya II.

Ahora el camino discurre por la trinchera original del alemán Schliemann, que podemos ver como atravesó todos los estratos de la ciudad. Hay carteles que indican cada uno de los nueve estratos a cada lado de la trinchera de 15 metros de altura.

Después giramos la esquina y hay un tramo de muralla que se cree que podría pertenecer al Palacio de Troya VI, de dos pisos, seguido de vestigios de santuarios a deidades desconocidas que pertenecen al período de Troya VIII y Troya IX.
Más adelante, se construyó otro santuario en el mismo lugar para honrar a los dioses de Samotracia.

Y finalmente el camino pasa por delante del Odeón romano, donde se celebraban conciertos, con el Bouleuterion a la derecha y regresamos así al punto de partida.
En nuestra opinión, antes de visitar este caótico y poco claro yacimiento arqueológico de la antigua Troya, recomendamos visitar el nuevo y espectacular Museo de Troya.

El diseño de este fantástico y moderno Museo de Troya tiene forma de cubo y se inspira en la forma de un objeto excavado. El cubo está cubierto por paneles de metal oxidado.


En él se exhibe una una interesante colección de objetos hallados en las excavaciones del yacimiento de Troya.
Destaca una colección llamada “El Oro de Troya”, 24 joyas de oro que datan del año 2.400 a.C.


Además toda la exposición se reparte y divide de una forma muy elegante en varios pisos.
Es de muy recomendable visita, sin duda, mejor empezar por este Museo de Troya donde hay la exposición y explicaciones del yacimiento arqueológico.

Sin lugar a dudas, la sensación, aunque sea un yacimiento caótico y de falta de esplendor como el de Éfeso, es impresionante el sentirse parte de la historia, recorriendo el lugar donde sucedió la mítica guerra narrada por Homero, el Caballo de Troya y algunos de los míticos personajes como Héctor, Paris, Menelao, Príamo, Agamenón y hasta el propio héroe Aquiles, todos estuvieron en este mismo lugar, sobre estas mismas piedras que hoy en día tenemos la oportunidad de pisar y de revivir su inmenso pasado.


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